Meet your maker: Matías Etchart

Matías en la vendimia 2017.

Matías Etchart se crió entre viñedos. En el año 2010, el bodeguero decidió emprender un camino pedregoso, difícil de conquistar. Pero disfrutando del andar logró alcanzar metas que nunca hubiese imaginado. Eligió un paraíso inexplorado que juntos vamos a conocer…

¿Dónde estudiaste y dónde has trabajado antes de crear tu propio proyecto?

Arnaldo Etchart, mi abuelo, fundó la bodega [epónima] en la década del 30. Luego mi papá y mis tíos continuaron con la bodega pero en 1996 se vendió. Para ese entonces yo tenía 24 años, y siempre supe que quería continuar con esta actividad que tanto placer y alegría me había brindado. Siempre lo tuve claro y gracias a dios en 2010, 14 años después de la venta de la bodega Etchart, yo compro la finca Arca Yaco, en la Quebrada de San Lucas, un viñedo ubicado en un terruño muy especial. 

Contame las características de esta zona.

Mi bodega está situada en una nueva zona que descubrí en los Valles Calchaquíes en Salta, al norte de Argentina. La Quebrada de San Lucas está a 2.100 metros de altura del nivel del mar – Cafayate está a 1.700 para que se den una idea. Los suelos son calcáreos, hay agua bien dulce de gran calidad, que proviene de la cordillera de los Andes, agua de vertiente de deshielo. 

En 2013 planté los viñedos y en 2015 tuve la primer vendimia.

¿Qué es lo que te enamora de hacer vino?

Le puse Amar y Vivir a mi primer vino. (Nota de editora: su Amar y Vivir Malbec 2018 y Amar y Vivir Cabernet Sauvignon 2018 fueron elegidos Wines of the Year en el reporte Argentina 2020 de Tim Atkin MW.) Yo desde que tengo uso de razón en la bodega de mi familia, siempre viví el vino con gran alegría. Siempre hubo vino y estuvo el trabajo en la finca que es lo más especial para mi. Recuerdo como siempre venía mucha gente amiga; acá en Salta nos gusta mucho la poesía, la música, y el vino ha contribuido en todos esos buenos momentos. Amar y Vivir es el nombre de un bolero que mi tío Arnaldo, a quien yo quería muchísimo, lograba cantarlo como nadie. Es así como yo vivo el vino, siempre me ha brindado enorme placer y buenos momentos. Es por eso también el nombre de mi segunda etiqueta: Imaginate la dulce sensación que da el vino. Justamente para mi, el vino es eso.

Vista desde la bodega a la Quebrada de San Lucas.

¿Cómo decidiste empezar tu proyecto y qué te llevó a creer en la región en la que decidiste trabajar?

Cuando yo empecé todo esto en el año 2010, la compra de Arca Yaco, siempre aposté que iba a ser algo de gran calidad, pero también como fue el primer viñedo que se instala en la Quebrada de San Lucas, no tenía ninguna referencia de alguna bodega que estuviese establecida. Así que fue una gran apuesta, no solamente en lo económico pero fundamentalmente en lo emocional. Yo invertí y sigo invirtiendo gran parte de mi vida en los Valles Calchaquíes. Yo esto lo hice absolutamente solo, no es una empresa de familia, no tengo socios inversores, fue mi locura, dada por la confianza y el amor por lo que yo hago, por el amor al valle, por el amor al vino, el cual aprendí desde que tengo uso de razón en mi casa. 

Todo esto era una gran apuesta que viví con mucha alegría, confianza, miedo, preocupaciones pero siempre con esperanza. 

Uno de los momentos más lindos que nunca me olvidaré, fue cuando se acercaba la vendimia en marzo del 2015 y justamente unas semanas antes de cosechar, empecé a probar los grano de Malbec y ahí fue cuando me di cuenta que se venía algo muy prometedor. Fue una gran alegría y descanso, el darme cuenta que realmente el vino de Arca Yaco iba a ser una linda realidad. Luego empecé a hacer análisis de acidez, pH, todos los cualitativos del racimo y la vid que por suerte ratificaba lo que sentía en boca. 

“Solo se trata de Amar y Vivir”

¿Tienes un sueño profesional a futuro o presente?

Es una frase que a mi me gusta mucho; la locura me sorprendió y el deseo me mantiene despierto. Son dos verbos muy necesarios para llevar adelante lo que uno hace con amor y entusiasmo. Esa locura la he tenido y la sigo teniendo para desafiar cuestiones que no estaban establecidas, ir por lo nuevo, en un lugar que todavía no tengo luz eléctrica, no habían caminos, fueron muchos desafíos que he ido sorteando. 

Tengo muchas cosas para seguir haciendo en mis queridos Valles Calchaquíes. 

Nuevos viñedos, nuevas propuestas, nuevas variedades, así que se vienen más cosas en los próximos años. 

¿Cual es la temporada del año que prefieras más?

Es decididamente el verano y el otoño. En verano es las exploción de los viñedos, las lluvias, los ríos crecidos, la viña que está en todo su esplendor y se empieza a aproximar el tiempo se cosecha. Cuando llega el otoño, surge el momento de la cosecha, una preciosidad, y está acompañado por la explosión de fermentación de esos mostos que se están transformando en vino, con unos perfumes que son muy difíciles de describir. Es algo realmente mágico. 

Viñedo en otoño.

¿Tienes algunas reglas propias a seguir para elaborar?

Hago una elaboración muy simple, tengo un gran respeto por la expresión de la uva y el terruño. No hago estrés hídrico. En el momento de cosecha, el racimo está perfectamente hidratado, las uvas pareces bombones. Hago la molienda y para lo que es Amar y Vivir lo llevo a barrica de roble francés de 500 litros donde hago la fermentación y crianza. 

La fermentación alcohólica dura más o menos unos 18 a 24 días dependiendo cada año. Cuando termina, hago el descube y no hago maceraciones largas ni sangría (extracción de jugo de uva para que tenga mayor presión con el hollejo). 

Tres acequias de riego en Arca Yaco.

¿Alguien te ayudó a llegar a quien eres hoy? Si tuvieras que nombrar una gran persona quién sería?

Dos personas que han sido muy importantes en mi vida fue mi abuelo Arnaldo Etchart, y mi tío también llamado Arnaldo. 

Mi abuelo es una gran fuente de inspiración, ha sido un gran empresario, él es quien funda la bodega Etchart en la década del 30, al igual que yo, solo. El ha sido de esos abuelos con sentido de sacrificio, con muchísimas dificultades; no había maquinaria en aquella época, no existían los caminos ni las comunicaciones e incluso habian grandes dificultades políticas. Un gran humanista, una persona muy querida en el pueblo, lo llamaban ‘el hombre bueno’. 

Con mi tío Arnaldo, también mi padrino, tuvimos una relación muy estrecha de admiración mutua. También gran empresario y artista, le gustaba el canto y la poesía. Para él todo era posible, no existía un no se puede, siempre elegía en pos de la calidad, siempre por lo mejor. 

Vista interior de la bodega con su arquitectura “vallista” paredes de adobe de 70cm, techos de tejas y cañizo…

¿Cómo haces para que tus vinos lleguen a la sensibilidad de muchas personas?

Mi bodega es realmente distinta, está enclavada en un lugar nuevo. Me gusta involucrarme en todo, desde la parte de elaboración, comunicación, ventas, marketing y creo que la gente lo reconoce y le gusta que sea una bodega con ese perfil y esas características. Hoy en día es una marca que la gente reconoce y se identifica. 

¿Cuál es tu mirada del vino en tu zona?

El vino de los Valles Calchaquíes todavía está en pañales, tiene mucho para desarrollarse desde el lado de la comunicación sobre todo. Los vinos están a un nivel de altisíma calidad. 

El valle tiene tantas particularidades: la belleza de la zona, la cultura y arquitectura son muy especiales y la gente que ha venido se ha enamorado por estas cuestiones. He visto cómo ha crecido en los últimos años y continuará de la misma manera exponencialmente, en cuanto a propuestas y reconocimiento.

¿Contáme tu mayor aventura como viñador?

Fue el haber dado el primer paso en un terruño donde no tenía tradición vitivinícola, tenía que entrar caminando durante dos km por el río. Todas esas aventuras en el día a día, en un terruño de extrema altura.

Imagínate la dulce sensación que da el vino”

¿Qué fué lo último que aprendiste y quieres compartir?

Esta actividad que tanto me gusta, me obliga a ser humilde y esforzarme muchísimo.  Soy una persona creyente, rezo todos los días y sé que no todo está en nuestras manos. Los factores climáticos, la lluvia, una helada, un granizo, la magia de las fermentaciones, se paran, vuelven a arrancar. Todo esto te enseña que no todo depende de uno sino que hay muchas cosas que dependen de dios.

Vista de la bodega desde los viñedos.

 ¿Qué sientes cuando creas y bebes un vino?

Es un placer ver el nacimiento del vino, ver cuando moles la uva, comienza la fermentación, empezamos a vislumbrar ese potencial y la gran calidad que viene detrás. Algo que disfruto mucho en la bodega es probar el vino desde sus primeros pasos e ir viendo su evolución.

¿Cuál es la dificultad más grande que te enfrentas hoy en día con tu trabajo?

La parte aburrida de este país, la inflación creo que es lo mas dificl de una empresa y lo que más te golpea.

¿Cómo fue la cosecha 2020?

Acabamos de transitarlo, y fue una buena cosecha en cantidad y calidad. Tengo mucha expectativa por este vino que está dando sus primeros pasos. Las fermentaciones ya han concluido asique los vinos están en reposo y en crianza listos para empezar a ver su evolución.

¿Cómo ves la tendencia de el vino de aquí a 10 años?

Argentina está en un momento fenomenal, la calidad de los vinos son excepcionales. Toda la industria tiene que sentirse muy orgullosa. Vamos a seguir mejorando en calidad y expresión. El tema que nos preocupa es la sobreproducción mundial de vino. 

Amar y Vivir Cabernet Sauvignon en los viñedos de Arca Yaco.

En el último Meet Your Maker, conocimos a Salvador Batlle de Cosmic, en L’Empordà, Cataluña.

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