Meet your maker: Ismael Gozalo

Les presento al viñador y soñador independiente, Ismael Gozalo. Es un enamorado de su vida, es la resistencia pura y dura. Viñador de Microbio Wines en Nieva, un pueblo muy pequeño dentro de Segovia, en Castilla y León, cree en la magia, y está atento a los guiños que le da la vida.

Hincha de la conservación. Solo piensa en suelos vivos, naturaleza y progreso,  ya no hay vuelta atrás… ¿Quién quiere bailar? ¡La vida es un carnaval!

Ph: Joan Casajuana Cunill.

¿Dónde estudiaste y dónde has trabajado antes de crear tu propio proyecto?

Yo terminé el curso puente para ir a la universidad pero nunca llegué a cursar estudios universitarios. Yo tenía claro que tenía ganas de estudiar una carrera que no existía aún, Agroecología. Podría estudiar biología o química pero no quería porque sentía que me iba a influenciar desde una parte inorgánica de la vida y yo quería aprender de orgánico. 

Es por eso que decidí tomarme un año sabático y me fui a recorrer el mundo con un amigo. Hice un master de la vida, que me cambió la forma de ver las cosas. 

Lo poco que sé es de autodidacta, de formación mía de trabajar en la bodega familiar, hacer vendimia en bodegas de amigos, de leer y reciclarme constantemente.

¿Contanos donde se ubica tu bodega y las características de esta zona? 

Nos ubicamos en el continente europeo, país de España, centro de la península, en Castilla y León, en la provincia de Segovia, dentro de un pequeño municipio de Nieva. Pueblo del siglo XI con orígenes monásticos. La bodega está enclavada en el antiguo monasterio El Parral. 

Es una zona con una diversidad y amplio contraste térmico entre el día y la noche, sobre todo al final del ciclo. En la segunda quincena de septiembre por ejemplo, podemos tener días de 34ºC y en la noche de 1º- 2ºC. Es decir una diferencia de más de 30ºC. La diferencia del verano y el invierno es de 40º como máxima y baja a -15ºC por la noche, es decir que hay más de 55ºC de diferencia. Esto sucede debido a la altitud en una meseta en torno a los 900, 1.000 metros y eso hace que la viña tenga un ciclo largo. 

Las características edafologicas hablan de la transmisión entre la parte inerte y la parte viva. Estamos asentados en una antigua cordillera de 450 millones de años con más de 11.800 m de altitud en sus inicios (3.000 metros más que la cordillera de los Himalayas). Eso hace que hoy tengamos un suelo muy heterogéneo con una degradación de ese suelo de roca madre que hoy nos da arena, pero también hay grava con diferentes tamaños, zonas de arcillas y pizarra. 

Nieva.

¿Podrías definirte personal y profesionalmente?

 Viñador, soñador e independiente.

¿Qué es lo que te enamora de hacer vino?

El ser capaz de llegar a las mesas de mucha gente. Conquistar muchas bocas y muchas narices. Abrir las cerraduras de muchas puertas cerradas. Cuando tu haces vino y llegas con esa botellas debajo del brazo para mostrarsela a mucha gente, hace que la gente se ablande y hace que fluya la armonía de otra manera. 

Estoy muy feliz de haberme soltado, haber perdido el miedo
al vértigo, despegarme de una empresa para la cual
trabajaba y hacer vinos locos a mi manera.

¿Cómo decidiste empezar tu proyecto y qué te llevó a creer en la región en la que decidiste trabajar?

Soy la quinta generación de mi familia que eran de aquí.  Para mi es hacer un poquito para que el que venga después encuentre un cúmulo de cosas hechas y que le sea más fácil. Yo disfruto con lo que hago y tuve la suerte por nacimiento y crianza de pertenecer a este municipio. Lo sigo eligiendo aunque uno nunca sabe qué puede pasar en el futuro.

¿Tienes un sueño profesional a futuro o presente?

Estoy muy feliz de haberme soltado, haber perdido el miedo al vértigo, despegarme de una empresa para la cual trabajaba y hacer vinos locos a mi manera.

A futuro, si no hay nadie que quiera coger esta bodega y viñedos, este buen señor se va a largar de aquí para acabar su vida cerca de los dioses en los Himalayas, totalmente alejado de la vida terrenal y tener un pequeño campito de té y arroz para cuando quieran venir a visitarme. Esa es mi ambición en la vida: llegar bien arriba y olvidarme de todo. Disfrutar mi interior, mi pasión y tener todo el mundo para mi.

Naturaleza y progreso.

¿Cual es la temporada del año que prefieras más?

Tenemos cuatro estaciones muy marcadas. Me gusta vivir en un sitio con estacionalidad porque en cada momento hay cosas que hacer. El invierno es muy interior, más tiempo de reflexionar, de meditar, cómo afrontar, más de meterte en la bodega. La primavera y el verano es para estar más en el viñedo, más de estar viajando y visitando amigos y apoyo comercial. No puedo elegir más una que otra, todas me dan un equilibrio.

¿Con cual otro viticultor te gustaría elaborar juntos un próximo vino?

Es con mi grandísimo amigo Philippe Bornard en el Jura. Phillipe está retirado ya, el 2018 fue la última cosecha. Pero este año en La Dive lo vi y le dije que tenía muchas ganas de hacer algo juntos. Hemos hecho de todo, hasta dormido juntos. Al menos me gustaría hacer 50 botellas de vino. Es un tío muy loco y muy grande. Me encanta su filosofía de vida y sus vinos.

¿Tienes algunas reglas propias a seguir para elaborar?

Simplemente que no se me olvide ir a las viñas todos los días, catar con mucha frecuencia, casi todos los días y tener la humildad suficiente sabiendo que mis amigos hacen mejores vinos que yo y así siempre estar con las pilas bien puestas para elaborar. Lo más importante también es seguir el ciclo, no viajar mucho y estar presente durante todo el ciclo de la planta, con la cabeza en el sitio. Nunca asesoraría a otra bodega, porque si me implico en algo lo debo hacer bien y si no voy a poder estar todo el tiempo que el proyecto lo necesita, no puedo. 

¿Alguien te ayudó a llegar a quien eres hoy? 

Mi padre fue un visionario como un vigneron francés. Aquí en Castilla no es fácil encontrar una transmisión de herencia cuando eres joven todavía. 

Hay mucho padres que todavía no sueltan las riendas del negocio y tienen 80 años, es decir que mis amigos tienen más de 50 años, y se les pasaron las ganas y energía de desarrollar un proyecto y de “comerse la el mundo”. Mi padre cuando nació mi hijo, me dijo aquí tienes la hacienda, haz con ella lo que quieras con ella, yo estoy aquí todavía por si te equivocas para poder corregirte. Si mi padre no me hubiera dado esa posibilidad, hubiera tenido que buscar otro camino. Ahora mi padre se emociona cuando pasan por aquí japoneses, chinos, filipinos, gente de todo el mundo a visitar a una bodega pequeñita que hacen 50.000 botellas y me dice cómo somos capaces de haber llegado a estos sitios.

¿Cómo haces para que tus vinos lleguen a la sensibilidad de muchas personas?

Trabajando los vinos con esa pasión, amor, entereza. Todas las vibraciones que tu le aportas, el vino te lo devuelve. Las personas que sienten esa sensibilidad y catan mis vinos y los de mis amigos sienten que hay una armonía, y frecuencia que no tienen nada que ver con los vinos que se venden en altas superficies. 

Tentados, Verdejo en tinaja de 20 cantaras (el equivalente a 320 litros) en plena fermentación semi-carbónica.

¿Cuál es tu mirada del vino en tu zona?

Desafortunadamente esta cogida por las grandes marcas y bodegas que hacen dos a cinco millones de botellas. La zona de Rueda está totalmente prostituida, se encuentran muchos vinos a no más de euro y medio, y son vinos corregidos y desestructurados.

Mucha gente cuando le muestras un vino elaborado con Verdejo, prefiere no tomarlo. Estos elaboradores han desprestigiado la variedad ya que hay gente que no se atreve a beberlos porque piensan que van a sentir dolor de cabeza. 

En cambio cuando al gente cata mis vinos se reconcilia con la verdejo, y me dicen: “Esto no es lo que entendía por la Verdejo.”

¿Contanos tu mayor aventura como viñador?

Fue cuando decidí dejar el barco que estaba navegando a toda vela. Estaba bien posicionado, podía empezar a ganar dinero, todo el mundo hablaba de él pero sentía que no me iba a dar mas de si. El afán del conocimiento y del aprendizaje me llevó a dar rienda suelta a esta capacidad creativa de Microbio Wines. Me cambio la vida, de tener un socio que te quiere arrastrar a otro mundo, que te impone cosas, ahora soy soñador e independiente. 

Frágil en damajuanas de cristal de 16 litros.

¿Qué fue lo último que aprendiste y quieres compartir?

Llevo tres años haciendo una poda del francés François Dal. Es una poda muy fea, porque se dejan los tacones, no se cortan raspando el nudo, sino que se deja un trocito para que la madera seque hacia adentro evitando que coga enfermedades. El primer año veía las viñas y pensaba que me las estaba cargando, y en tres años vi el resultado y me tiene emocionado y enamorado. Me cuesta reconocer los errores del pasado habiendo visto esto. Siempre hay que posicionar las yemas para que sean capaces de tener una vibración y lograr el fluido de la savia. Hay que mirar desde abajo de todo, donde empieza el tronco que sale de la superficie y ver que la viña hace un twist y eso manifiesta como el vaso va subiendo. Hay que posicionar las yemas para que cada planta gire en un mismo sentido.

Otra cosa que me tiene como loco es intentar que cada perfil de suelo sea un número, las arenas, arcillas y las piedras etc. Una vez que tienes un perfil para desnudar ese suelo de tu viña, tienes esta fórmula matemática que representa en números ese suelo. Hay que ser capaces de transmitirlo en notas musicales y hacer la vibración de tu vino para ver como suena, y eso es la pera limonera. Un dia vamos a crear una melodía y empezará a sonar algo.

Cada vino tiene su canción y hay que poder entender cómo suena ese suelo. Esto es solo para vinos y suelos vivos.

Viñas centenarias.

¿Qué sientes cuando creas y bebes un vino?

Cuando creo es un proceso de aprendizaje, es muy emocionante el ser capaz de entender el ciclo de la naturaleza, ver como ha sido la añada para llevarla a la botella. Cuando bebo, me doy cuenta que hay vinos de dos niveles. Sólo vamos a hablar de vinos de calidad, no por precio. 

Vino de nivel uno: es un vino muy placentero pero que al paso de muy pocos minutos, o al cabo de una hora, el vino va cayendo hasta que desaparece. Es un sin defectos y simple.

Los vinos que nos emocionan a todos, son los vinos del nivel dos. Son aquellos que están escondidos y a todos nos gusta descubrir. Son vinos que te llevan a recuerdos, vivencias, situaciones y lugares, que de entrada están escondidos y tienes que trabajarlos para ir abriéndolos. Ese vino que se va desnudando poco a poco y que es como un caballo salvaje que todos buscamos y nos gusta hacer. 

Vinos descansando antes de ver luz.

¿Qué opinas sobre la viticultura biodinámica y el vino natural? 

¿Hay otra manera de entender la viticultura? Es una realidad, no es ninguna utopía. Para mi es el único camino, para mi es 100 por ciento natural. No hay más.

¿Al tener en cuenta como esta afectando el Covid-19 a todos los rubros, cuales ajustes y cambios hiciste hasta ahora y como lo ves de acá a la cosecha?

Precauciones con el equipo, aunque Nieva es un sitio pequeño y no hemos tenido infecciones en el municipio pero tendremos cuidado. Pero entre comillas, estamos a salvo. 

Aunque hay algo que si estoy teniendo inconvenientes y es con el espacio. 

Ya que los vinos que estaban venidos con el cupo del año anterior no se han podido enviar porque la hotelería está parada, así que sigo teniendo los vinos aquí, mi capacidad de almacenaje es muy limitada y no pude embotellar nuevos vinos porque no tengo lugar para guardarlos. 

¿Cómo ves la tendencia de el vino de aquí a 10 años?

Muy claro, el que no esté metido en vinos orgánicos está colgado. Los vinos de la restauración con cierto nivel deberán pasar por estas prácticas respetuosas de beber paisaje y paisanaje, con variedades autóctonas y de un hacedor.  

Elegí uno de tus vinos y contanos con qué comida lo disfrutarías? 

Me quedaría con mi vino correcaminos y me la tomaría con una botella de Microbio. 

Creador de vinos singulares e irrepetibles.

La semana pasada en Meet Your Maker, se conoció a Marcos Fernandez, gerente de enología en Terrazas de los Andes.

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